Bill es un personaje que polariza. Hay quienes lo aman y no pueden parar de gritar si están cerca de él y hay quienes lo odian y lo estigmatizan como fantoche. Se puede argumentar a favor o en contra, pero no se puede negar que el chico tiene talento.
Su estilo, su carisma y su forma de presentarse en escena son los factores que han causado el éxito de Tokio Hotel. Tiene una enorme habilidad para manejar la publicidad. Pero si a veces parece ser un muchacho amable e inocente, también puede ser cabeza dura cuando se trata de imponer su voluntad.
NIÑO SOLITARIO
Bill Kaulitz nació el primero de septiembre 1989 en Leipzig, en el Este de Alemania. Cuando sus padres se divorciaron, fue va a vivir con su madre y su hermano gemelo a Magdeburgo. Aunque obtenía buenas notas, la escuela no le gustaba. Como iba a un colegio en un pueblo vecino, se tenía que levantar a las 5:30 cada día y en la noche regresaba tarde a casa.
Desde entonces era un individualista. No tenía muchos amigos ni se llevaba bien con los maestros. Era un chico muy petulante. Siempre estaba en contra de los profesores y se quejaba de manera muy sofisticada, reclamando sus derechos como estudiante. Por ejemplo, protestaba contra sus calificaciones si los maestros no se atenían al plazo legal para corregir los exámenes.
Al contrario, su madre Simone Kaulitz, una costurera, tuvo mucha paciencia con él. Bill describe su relación con ella como una gran amistad. Su padrastro, Gordon Trümper, tocaba el bajo en una banda de rock y animó a los gemelos a hacer música. El ídolo musical de Bill es Nena. El primer disco que se compró y el primer concierto al que fue eran de ella.
Siempre supo que quería ser músico. Sus novias muchas veces no lo entendían cuando prefería ir a la sala de ensayos para tocar con su grupo o dar conciertos, que salir con ellas. Pero ya entonces sabía que hay que trabajar duro para tener éxito.
Ya en la escuela se vestía de una manera muy provocativa. Su estilo de hoy no es efecto de una idea de su casa disquera o de su representante. Es auténtico. Desde niño le gusta la ropa extraordinaria. Bill tuvo su primer piercing a los 13 años. La idea para su look le vino en una fiesta de Halloween, la noche de las brujas, cuando se vistió de vampiro. El disfraz le gustó tanto que decidió adaptarlo a su vida cotidiana.
Claro que esta estética no le gustaba a todos sus compañeros ni a los maestros. Pero no le importaba a Bill. El propósito de su traje es saltar a la vista, es provocar.
Una obra de arte postmodernista
Su estilo ahora es una mezcla de varios elementos de diferentes movimientos juveniles. Su cabello recuerda a los años 80, su ropa contiene influencias de la moda satanista, su cara con los ojos pintados se parece a las figuras de las películas de animación japonesas, los animes o manga. Además, agrega el elemento andrógino. Casi se ve como un hibrido de hombre y mujer.
Su apariencia entera coincide un poco con el estilo de los Emo-Kids o los Pokemones, como los llaman en Chile. También ellos tienen el cabello teñido de negro y peinado de manera espectacular. También se pintan los ojos y llevan tejanos estrechos. Pero es solamente su estilo lo que a primera vista los une con Bill. La actitud tímida e introvertida de los Emos no tiene nada que ver con el cantante.
Tampoco es satanista, aficionado a los animes o a los años 80. Solamente adapta ciertos elementos de las diferentes subculturas y los une en un solo personaje. Tal vez es esta mezcla de estilos la que lo hace tan famoso. Pertenece a todos los grupos y a ninguno. Es una obra de arte postmodernista.
IMPONERSE CONTRA LOS ADULTOS
Cuando con 15 años se está haciendo famoso tiene que defender su apariencia por primera vez. La casa disquera de Tokio Hotel quiere convertir a la banda en una típica boy-band. Parte de esa estrategia es cambiar la presencia de los cuatro. Aunque los gerentes con que tiene que negociar tienen más del doble de su edad, no se deja convencer e insiste en que la banda pueda decidir independientemente su forma de vestirse
Hoy esa es una de las razones del éxito del grupo. Bill se impuso contra los así llamados expertos y ha tenido razón. Esa experiencia le dio más seguridad. Todavía se atrinchera en la independencia del grupo y no tiene miedo a los adultos que lo quieren tratar como niño.
Con sus 18 años ya ha aprendido a comportarse como un duro hombre de negocios. Persigue consecuentemente sus objetivos y seguramente no ha llegado al fin de su camino.
Fuente:http://www.dw-world.de/dw/article/0,2144,3451304,00.html